Venezuela consagrada al Santísimo Sacramento del altar


Fue promovida por el presbítero Juan Bautista Castro, quien motivado por los sucesos difíciles que debió afrontar la Iglesia en Venezuela durante el siglo XIX solicitó al episcopado venezolano la consagración de nuestro país a Cristo verdaderamente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Dicha solicitud fue aprobada y el mismo padre Juan Bautista Castro amante de la Sagrada Eucaristía, miembro de la Academia Venezolana de la Lengua, fundador de la congregación de las Siervas del Santísimo Sacramento y futuro 

Arzobispo de Caracas desde los años 1904 a 1915 compuso la oración de consagración que fue recitado el 2 de julio de 1899 en solemne ceremonia en la capital de la república.
El estar Venezuela consagrada al Santísimo Sacramento significa que Nuestro Señor Jesucristo está por encima de todo y le pertenecemos solo a Él, porque Cristo la Segunda Persona de la Trinidad y quien se hizo hombre para redimirnos del pecado, se quedó con nosotros en la Sagrada Eucaristía sacramento por excelencia en donde Él se hace verdaderamente presente en las especies del pan y vino en el momento de la consagración, se nos da como alimento y fortaleza para nuestra vida espiritual, además que se actualiza su sacrificio en la cruz para la salvación del mundo, y luego se reserva las hostias consagradas en el sagrario para que lo visitemos y adoremos, como también en las exposiciones en la custodia para que le alabemos y hablemos.

Hasta los momentos Venezuela es el único país en el mundo que tiene el privilegio de estar consagrado como República a este sacramento de amor y de fe y que nuestro pueblo profesa su devoción en los domingos de Minervas, las cuarentas horas, las procesiones del Corpus Christi, la adoración al monumento los Jueves y Viernes Santo, los jueves eucarísticos y la visita al Santísimo tanto en el sagrario como en la exposiciones.


Que cada uno de nosotros amemos a la Sagrada Eucaristía, que valoremos lo importante el estar consagrado a Jesús Sacramentado, que aprendamos la oración de consagración para rezarlo en los momentos de adoración al Santísimo, y Cristo derrame sus bendiciones a nuestra patria Tierra de Gracia, por lo que es digno terminar el presente escrito con estas palabras tomada de la propia oración de consagración de Venezuela al Santísimo Sacramento: “Recíbenos, salvador nuestro y concédenos que venga a nosotros tu reino eucarístico. Levanta bien alto tu trono en nuestra República, a fin de que en ella te veas glorificado por singular manera y sea honra nuestra, de distinción inapreciable el llamarnos la República del Santísimo Sacramento”.

Después de la difícil situación que debió afrontar la Iglesia durante la Independencia y la primera época republicana, y en vista de las nuevas perspectivas que se vislumbraban, surgió la iniciativa de consagrar la República al Santísimo Sacramento”, dice el presbítero Miles Eduardo Useche Juliá en su blog.


El culto a Jesús Sacramentado estaba teniendo entonces gran incremento, especialmente desde la fundación de la adoración perpetua en la Iglesia de Las Mercedes, en Caracas, en 1882. “El principal propulsor de la consagración oficial fue Juan Bautista Castro (1904-1915), capellán de la Santa Capilla, hombre ilustre por muchos títulos”, dice.


El presbítero Juan Bautista Castro más tarde se convierte en el 8º Arzobispo de Caracas, y para preparar este homenaje fue constituida una junta nacional, la cual solicitó del Episcopado, que consagrara a perpetuidad la República a Jesús Sacramentado. La petición fue unánimemente acogida por los obispos, y el 2 de julio de 1899 el arzobispo de Caracas, Críspulo Uzcátegui, leyó el Acto de la Consagración.


Oración de la Consagración de Venezuela al Santísimo Sacramento:

“Soberano Señor del Universo y Redentor del mundo, clementísimo Jesús, que por un prodigio inenarrable de tu caridad te has quedado con nosotros en este sacramento hasta el fin de los siglos; aquí venimos a tus pies a proclamarte solemnemente y a la faz del cielo y de la tierra, nuestro único rey y dominador santísimo. A quien consagramos todos nuestros afectos y servicios y a quien ponemos todas nuestras esperanzas.


Tú eres nuestro Dios, y no tendremos otro alguno delante de ti, en tus manos ponemos nuestra suerte y con ella los destinos de nuestra patria. Muchos te hemos ofendido, y como el hijo pródigo hemos disipado en los desórdenes tu herencia, perdónanos que ya volvemos con espíritu contrito a tu casa y a tus brazos. Recíbenos, salvador nuestro, y concédenos que venga a nosotros tu reino eucarístico.


Levanta bien alto tu trono en nuestra República, a fin de que en ella te veas glorificado por singular manera y sea honra nuestra, de distinción inapreciable, el llamarnos la República del Santísimo Sacramento.


Te entregamos cuanto somos y cuanto tenemos cubre nuestra ofrenda con tú mirada paternal y hazla aceptable y valiosa en tú divina presencia.

Otra vez te pedimos nos recibas, que no nos deseches, y que este acto de nuestro amor y de nuestra gratitud sea repetido, cada vez con mayor fervor, de generación en generación, mientras Venezuela exista, para que jamás la apartes de tú Sagrado Corazón. Que así sea para nuestra vida del tiempo y después. Por los siglos de los siglos. Amén”.


Renovados en el IV Congreso Eucarístico


Cabe recordar que el domingo 26 de junio de 2011, como parte conclusiva del IV Congreso Eucarístico de Venezuela, que ese año se realizó en Caracas del 23 al 26 de junio, también se cumplió con la renovación de este acto de consagración al Santísimo Sacramento e igualmente se consagró el país a la Virgen de Coromoto.


A la eucaristía asistieron alrededor de 20.000 feligreses que se sumaron a los más de 1.400 delegados participantes de este congreso eucarístico, así como a los obispos venezolanos y al nuncio apostólico de entonces, el ahora cardenal Pietro Parolín.

Desde entonces, entre los compromisos del VI Congreso Eucarístico está impulsar actividades que fortalezcan la fe cristiana; fomentar la creación  de Cofradías del Santísimo; y promover vocaciones sacerdotales y religiosas, porque a decir del cardenal Jorge Urosa Savino: “En esto nos jugamos el futuro de la Iglesia en Venezuela”.



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