EL HNO. NECTARIO MARÍA
Para llegar a ser mundialmente famosa,
la Virgen de Coromoto tuvo que esperar hasta el Siglo XX, hasta la llegada del
Hno. Nectario María a Barquisimeto…
Refiere Rafael Domingo Silva Uzcátegui, con relación a la fundación del
Instituto La Salle de Barquisimeto, que: “En el atardecer del día 9 de enero de
1913, llegaron por ferrocarril a Barquisimeto los primeros Hermanos de la
Congregación de San Juan Bautista de la Salle, que venían a establecer este
Colegio para enseñanza preparatoria y secundaria. Eran el hermano Facundo
Tomas, primer Director que tuvo el plantel; el Hermano Juan, Subdirector, y los
Hermanos Arístides y Urbano. Algunos días después llegaron los Hermanos
Nectario y Luis. Para la venida de los Hermanos a fundar el Colegio, se había
formado una junta de padres de familia presidida por el Ilustrísimo Señor
Obispo, Doctor Águedo Felipe Alvarado, principal promotor de la fundación de un
Colegio dirigido por los Hermanos. En efecto se les había preparado la casa Nº
13 de la Calle del Libertador. A la llegada de los primeros Hermanos [,] el 9
de enero, les dio la bienvenida el Ilustrísimo Señor Obispo, visiblemente
emocionado. Seguidamente fue instalado el Colegio. En vista del éxito obtenido,
tres años después se procedió a la construcción de un edificio especial. El
Hermano Juan hizo los planos [;] y [,] a principios de 1916 [,] bendijo la
primera piedra el Ilustrísimo Señor Alvarado. Al año siguiente, el día 17 de
febrero [de 1917], fue inaugurado solemnemente el amplio y cómodo edificio
[,]en que funciona desde entonces el plantel. Para las condiciones d este
local, por el cuerpo de profesores especializados en la enseñanza y por los
Laboratorios y Gabinetes de Física, Zoología, etc., ha sido, desde su
fundación, el instituto mejor dotado en Barquisimeto, para el estudio del
bachillerato. Posee una rica Biblioteca, un museo de Zoología con numerosos
ejemplares de animales de nuestra fauna, disecados por los Hermanos; valioso
fósiles, entre ellos el admirable ejemplar del megaterio (…) El edificio e s de
dos pisos y está situado hacia el suroeste de la ciudad, a orillas de la colina
en que ésta se halla, con una espléndida vista hacia el rio. Tiene en el centro
un hermoso patio para hacer ejercicios los alumnos”.
Un aventajado alumno del Instituto La
Salle de Barquisimeto, después uno de los grandes intelectuales venezolanos del
Siglo XX, Pascual Venegas Filardo –a
quien conocí personalmente en su oficina en el Diario “El Universal”–,
recuerda, que: “Cuando ingresamos al colegio larense para cursar la primaria
superior, no dictaba cátedra el Hermano Nectario María. Cansancio mental debido
a su fatigante labor de educador le había afectado seriamente, y la razón de
todo ello era el fervor [,] con que se consagraba a la enseñanza. Además, una
disposición del Gobierno dictatorial [,] que entonces pesaba sobre Venezuela,
prohibía enseñar materias relacionadas con la nacionalidad a quien no fuese
nacido en nuestro país, y el Hermano Nectario María, a pesar de densos
conocimientos sobre Geografía e Historia venezolanas, había nacido en Francia.
Olvidaban los que así procedían[,] que la mejor Geografía de Venezuela había
sido escrita por un prócer de la Independencia, nacido en Italia, como fue el
Coronel de Ingenieros Agustín Codazzi; que el primer gran divulgador de la
naturaleza venezolana se llamó Alejandro de Humboldt[,] y nació en Alemania; y
que el fundador de los estudios sistematizados de nuestra naturaleza se llamó
Adolfo Ernst[,] y nació también en Alemania; que el primer geógrafo que hizo
una división fisiográfica de Venezuela también nació en Alemania[,] y se llamó
Guillermo Sievers; y que quien con criterio moderno sistematizó los estudios
botánicos en Venezuela nació en Suiza[,] y se llamó Henri Pittier. De allí
que[,] en vista de la prohibición citada, escucháramos las lecciones de
Historia de Venezuela, en la palabra del notable educador y hombre de letras,
Don Pedro Montesinos. Pero, si mudo en el aula por una decisión absurda, no se
amilanaba el Hermano Nectario María[,] y realizaba notables trabajo de campo e
investigaba sin cesar. Pero si no ejercía cátedras para esos años azarosos en
las claras y aireadas aulas del colegio, si nos dio el historiador, geógrafo,
cartógrafo e investigador varias conferencias que consideramos excelentes. Una
de ellas[,] recordamos, fue sobre la Batalla de Ayacucho, con la cual deleitó
el nutrido auditorio congregado en el recién inaugurado Salón Bolívar. Pero sin
duda[,] unas de las que más nos interesó fue una conferencia suya personal, en
la cual buscaba demostrar que Cristóbal Colón no era genovés ni italiano, sino
gallego. (…) Como antes dijimos, si el Hermano Nectario María no dejaba
escuchar su palabra en el aula, investigaba y trabajaba en silencio. Y un día,
nos sorprendió: Tuvimos en las manos el primer atlas para la enseñanza moderna
de la Geografía de Venezuela de una manera sistematizada, y al cabo de algún
tiempo, pudimos ver en los muros del aula el mapa físico y el mapa político de
Venezuela[,] debidos también a los conocimientos cartográficos del religioso
lasallista. Elaboró asimismo el Hermano Nectario María el mapa físico-político
del Estado Lara, y posteriormente un mapa geológico del mismo Estado. Pero al
lado de estas obras educativas, trabajaba el Hermano Nectario María en otras no
ya educativas, sino religiosas (…) La lectura de la primera edición de la
historia de la aparición y del culto de Nuestra Señora de Coromoto, nos pareció
una obra de altos méritos, tanto por el conocimiento de la parcialidad indígena
que descubrió la imagen, los indios Cospes, como por la descripción
histórica-geográfica regional que hace de la zona de la aparición. El Hermano
Nectario María ha sido un investigador incansable. Ha trabajado incesantemente,
ha investigado de manera infatigable, para entregar algunos libros
fundamentales en la historiografía venezolana, como es[,] por ejemplo[,] su Historia
sobre la fundación de Nueva Segovia, hoy Barquisimeto”.
El Hno. Nectario María primero escribió
un folleto sobre la Virgen de Coromoto –cuando todavía no conocía el Sumario
Jurídico del Pbro. Dr. Carlos de Herrera: “Era un pequeño folleto de 25
páginas, en octavo. Lo editó en dos partes en la revista ‘Excelsor’, órgano de
la Sociedad Literaria La Salle, de Barquisimeto. La primera correspondió al Nº
3 de mayo de 1922[,] y la segunda, al de julio del mismo año. (…), las pequeñas
ediciones mencionadas fueron una aproximación para la gran obra documentada que
se había trazado en su plan general, pues u meta era ir al fondo del culto de
Nuestra Señora de Coromoto. Por tal motivo, solicitó a sus Superiores el
permiso requerido para ir a Guanare en las vacaciones de diciembre de 1922 y
poder así revisar sus archivos. Al hablar de su viaje a la región llanera,
surgió entonces un sinnúmero de dificultades, tan grandes como para hacer
fracasar su proyecto; para ese entonces llano y paludismo eran sinónimos. Ir al
llano era ir a contraer un paludismo seguro. Pero ante estos escollos, él
seguía insistiendo tenazmente, sin importarle cuáles eran las dificultades y
los sacrificios (…) después de vencer todos los obstáculos, el Hermano Juan,
quien poseía un antiguo carro Ford, lo llevó a Acarigua, el 10 de diciembre de
1922. Es conveniente recordar[,] que en aquella época la única ruta que existía
era un camino carretero; por eso había ocasiones en que era necesario
desmontarse y empujar el carro para pasar. En Acarigua fueron recibidos por la
honorable señora Trina de Ramos, quien les dio hospitalidad y un trato
exquisito. Como en esa ciudad sólo había un carro, el Hermano lo contrató por
Bs. 80 para que los trasladara a Guanare. Al día siguiente emprendieron su
viaje, que duró desde las 8:00 a.m. hasta las 5:00 p.m. Durante el trayecto
tuvieron ocasión de ver cómo los ‘rayados’ arreglaban las carreteras. (…) Al
llegar a la quebrada de San Rafael, el auto se atascó en el lecho arenoso de su
cauce[,] y, ante la imposibilidad de salir, [el Hermano Nectario María]
resolvió ir caminando hasta el pueblo más cercano, San Rafael de las Guasdas.
Cuando llegó, encontró que, a pesar de su total estado de abandono, aún se hallaba
en pie parte de la Iglesia del pueblo. A pesar de estar sin techo, decidió ver
sus archivos. Al entrar a la sacristía, observó[,] que en la pared había un
armario con la puerta entreabierta. Sin darse cuenta que un enjambre de abejas
había formado panales en él, lo abrió, partiéndolo en dos. Las abejas se
alborotaron, y molestas por su atrevimiento, mostraron su enojo picándolo por
todas las partes visibles. Ante este lamentable acontecimiento, el Hermano
Nectario María inmediatamente afirmó su fe y confianza en la Madre de Dios,
diciendo: ‘Confió en la Santísima Virgen María, que nada me pasará; he venido a
trabajar por Ella, en ella me fío, pues nada acontece sin permiso de Dios’.
Seguidamente, copiando el criterio popular, se puso chimó en las heridas[,] y
luego se trató con dos hierbas diferentes. Y, como él mismo afirmaba: ‘¡Santo
remedio!’; y ni siquiera experimento la agudeza de los pinchazos, con lo cual
evitó la hinchazón. Es más, a causa de las inyecciones de ácido pícrico que
entonces recibió con las picada s de abejas, eliminó el dolor de cabeza que
continuamente padecía (desde que sufrió la congestión cerebral, que casi lo
llevó a las puertas del sepulcro a consecuencia de su agotamiento mental). (…)
Como llevaba una tarjeta de recomendación del Ilustrísimo Señor Obispo de
Barquisimeto, Monseñor Águedo Felipe Alvarado, dirigida al presbítero Doctor
Elías Santamaría, quien desde mayo de aquel año se desempeña como Cura y
Vicario de Guanare, el Padre Santamaría lo atendió debidamente, y sin la menor
demora inició su trabajo en el archivo. Para cerciorarse hasta qué punto la
tradición popular podía conservar el recuento autentico de los hecho, solicitó
informes y narraciones a las familias más antiguas de la ciudad. En Guanare
todos estaban contentos de dar como cierta la aparición de la Virgen, pero
nadie sabía cómo había sucedido. Solamente encontró un vecino de las tierras de
la Virgen, seguramente descendiente directo de los indios, que le refirió la
historia de la aparición[,] tal y como había ocurrido, (…) Durante esta visita
encontró el manuscrito de un Sumario Jurídico que lleva por título:
‘Información de la aparición y milagros de María Santísima de Coromoto, Titular
y Patrona de la ciudad de Guanare, sita en su Iglesia Parroquial, recibida en
visita por el Señor Doctor Don Carlos de Herrera, Cura Rector de la Santa
Iglesia Catedral, Examinador Sinodal, Vicario Superintendente y Visitador
General de este Obispado, por el Ilustrísimo Señor Don Juan García Abadiano,
dignísimo Obispo de la Provincia de Venezuela, del Consejo de Su Majestad.
Fecha por febrero del año de 1746”.
Fue entonces, que el Hno. Nectario María
se dedicó a escribir una historia más detallada de Ntra. Sra. de Coromoto: “una
vez en posesión de la documentación que logro reunir, el Hermano Nectario se
dio a la tarea de organizar los datos que poseía[,] y así poder describir los
capítulos de su historia. Listos los originales en los primeros meses de 1924,
los entrego al Obispado de Barquisimeto para su aprobación. (…) Después de
cumplir los requisitos, en mayo de 1924, envió los textos a la Tipografía
Católica Casals, en Barcelona, España. El Hermano Nectario solicitó (…)[,] que
la edición estuviese lista para el 9 de diciembre de aquel año, por ser el
homenaje del primer Centenario de la Batalla de Ayacucho, (…) La edición no
pudo llegar para la fecha señalada, pero sí pudo recibir por correo certificado
algunos ejemplares. El mismo 9 de diciembre de 1924 pudieron ser entregados, al
final del acto oficial, a las autoridades locales. (…) Gracias a la generosa
colaboración del Marqués de Comillas, dueño de la Transatlántica Española,
recibió la edición a principios de 1925. A los quince días de haberla recibido
se agotó completamente, lo que permitió girar inmediatamente a la editorial
Casals el valor total de la edición, que fue aproximadamente de unas 4.000
pesetas, (…)”.
Para el año 1928, Mons. Lucas Guillermo
Castillo, entonces Obispo de Coro, pensó en la posibilidad de celebrar el
Cuatricentenario de la fundación de la ciudad de Coro con un Congreso Mariano
Nacional –el segundo a celebrarse en Venezuela–; y: “Conocido y apreciado en
toda su alteza el piadosísimo y vibrante pensamiento de Monseñor Castillo, los
Prelados venezolanos, para quienes el solo nombre de María es ya el más dulce
filtro inspirador de la piedad, adhirieron a él gustosos, entusiastas lo
prohijaron recomendándolo a la cooperación generosa de sus diocesanos; y no
satisfechos así de común acuerdo y con la anuencia del eximio Representante de
Su Santidad, todavía lo alentaron y magnificaron en tal guisa que, decidiendo
asistir personal y unánimemente a su realización, en paralelismo con el
suspirado Congreso Mariano, fijaron la Conferencia Episcopal tocante a este
quinquenio en la propia ciudad jubilaría, como obsequio de estimable recuerdo y
prenda de veneración a la sede de la primera Obispalía de Tierra Firme. Así se
podría decir que, correspondiendo a un sentimiento nacional, como a la
justiciera gratitud debida al catolicismo por su haber tan considerable y vital
en la obra del hallazgo, de la colonización y subsiguiente cultura de nuestros
aborígenes, la iglesia tomaba su puesto a la cabeza de las festivales
demostraciones, (…)”.
Y escribe el Dr. José Manuel Nuñez
Ponte, en su crónica del II Congreso Mariano Nacional de Coro, que entre los
trabajos presentados en las sesiones públicas del 9, 10, 11 y 12 de diciembre
de 1928, hay que “hacer mención especial de la rica serie de estudios de
investigación de gran aliento, acerca de las imágenes de principal devoción en
nuestra Patria, que con el título: ‘Venezuela Mariana’ llevó a consideración de
la asamblea a el conocido y acucioso Hermano Nectario María, del Colegio La
Salle de Barquisimeto, y a la cual el Congreso dedicó una loa muy justiciera y
resonante”. Y, agrega, que: “Una ardorosa ovación fue la tributada al Hermano
Nectario, ilustre historiógrafo, cuya vasta y bien cimentada erudición tiene
producciones de valía y quien hizo una animadísima síntesis de su magnífica
obra ‘Venezuela Mariana’ que es a no dudarlo, como ya he dicho, el principal y
más brillante trabajo presentado al estudio del Congreso, y sobre el cual
recayó un voto envidiable”.
Al año siguiente 1929, en reconocimiento
a su prolífica labor de historiador, fue recibido el Hno. Nectario María como
individuo de Número de la Academia Nacional de la Historia; Academia fundada el
28 de octubre de 1888, un día de San Simón, Onomástico del Libertador Simón
Bolívar; por cierto, el mismo día del nacimiento de Louis Pratlong Bonicel –así
se llamó en el siglo el Hno. Nectario María—en Francia… Falleció el Hno.
Nectario María, cargado de méritos, en Caracas, el 3 de octubre de 1986, cuando
le faltaban dos años y veinticinco días para cumplir los cien años de edad…
Pbro. Rafael María Febres-Cordero, El
Hermano Nectario María. Homenaje póstumo a un venezolano legendario y
excepcional, Ediciones de la academia Nacional de la Historia, caracas 1989, p.
15.
“A primeras horas de la mañana del 3 de
octubre de 1986, algunos días antes de festejar sus 98 años, exhaló su último
suspiro. El Hermano Iñaki Sein, Provincial por entonces, y que lo asistía en
los últimos días, cuenta que respondiendo a su llamada, se dirigió a su
habitación para reubicar los almohadones de su cama. Mientras el Hermano
Nectario estaba sentado, abrió de repente sus brazos, fijo con intensidad su
mirada en un lugar de la habitación, sonrió ampliamente, exclamó: ‘Madre’, y
expiró. Como si hubiese visto a la Virgen María en el momento de su muerte”.
Hno. León Lauraire, El singular destino
de Louis Pratlong Bonicel,.
Hermano Nectario María, 1888-1926,
Caracas.
Pbro. Ramón Vinke