BASÍLICA-CATEDRAL “NUESTRA SEÑORA DE COROMOTO”


SANTUARIO HASTA EL AÑO DE 1996; HOY BASÍLICA-CATEDRAL “NUESTRA SEÑORA DE COROMOTO”
LA IGLESIA PARROQUIAL DE GUANARE, DEL DOCTOR JOSÉ VICENTE DE UNDA


El templo, terminado por el Licenciado Pbro. Francisco Valenzuela, duró relativamente pocos años, pues recibió notables desperfectos a consecuencia del violento terremoto del 15 de octubre de 1782, sus paredes agrietadas presentaban serios peligros y ruina inminente; en vista de los cual el Cabildo Municipal solicito del Obispo licencias para proceder a la reedificación de la iglesia de Dios y Santuario de la Virgen Santísima.

El 25 de noviembre, el ilustrísimo señor Obispo, Mariano Martí, dio su aprobación a la solicitud del honorable Ayuntamiento de Guanare. Por lo pronto se repararon los desperfectos más grandes y se dejó para más tarde el trabajo de reconstrucción; pero durante la noche del 31 de mayo de 1788 cayó una parte del techo y fue menester abandonar la iglesia, porque amenazaba ruina (1). La Imagen de Nuestra Señora de Coromoto fue trasladada al Hospital, cuya espaciosa capilla sirvió de iglesia parroquial durante veintiséis años.

Muchos de los objetos de la iglesia parroquial fueron depositados, previo inventario, en distintas casas particulares, yendo la mayor parte a una casa que era propiedad de don N. Carrasco, Cura de Tucupido.

La reedificación de la nueva iglesia se prosiguió poco a poco, durante el vicariato de los presbíteros José Martín Pérez, Antonio J. Carrasco y Juan de Dios Fernández; sin embargo, a pesar de las proporciones y de la amplitud que dieron al nuevo edificio, los trabajos se realizaron con sostenido impulso.

Los que llevaron el peso y dirección de la obra merecen la gratitud de Guanare y dejar su nombre a la posteridad; y es para nosotros muy satisfactorio mencionarlos aquí: Don José de Olaechea, Pedro José Bescansa, Santiago José Ramírez y al Pbro. doctor José Vicente Unda. Estos fueron los obreros meritísimos de la reconstrucción del templo parroquial de Guanare, el mismo que contemplamos hoy y cuya amplitud y proporciones maravillan a cuantos lo admiran.

Cuando en 1788 fue preciso desocupar la antigua iglesia, era su mayordomo don José de Olaechea. No sabemos si José de Olaechea trazó o hizo dibujar algún proyecto de la nueva construcción, pero seguramente tuvo que tener una idea cabal de la obra que iba a emprender, ya que lo que se construyó de 1788 a 1790 evidencia la amplitud de su concepción. En efecto, en tan corto tiempo construyo la cúpula de media naranja del presbiterio, sacristía y parte de las capillas adyacentes de las naves laterales. Además, entregó un horno para materiales, en las Piedras, y para cal un horno en San Rafael y otro en el Chupadero. Conjuntamente comenzó también la construcción del frontispicio, agregando a la iglesia lo que antes formaba el altozano.

De la iglesia anterior del Padre Francisco Valenzuela, nada se aprovechó, salvo las piedras, ladrillos y tejas, de los cuales se hicieron montones que rodeaban un amplio caney que ocupaba la nave central y en el cual guardaban los materiales y herramientas.

Don José de Olaechea presentó su renuncia, y el 5 de octubre de 1790, don Pedro José Bescansa entró a regir la mayordomía y asumió la dirección de la obra.

Bescansa prosiguió los trabajos; las capillas laterales, sacristía, ventanas adyacentes, puerta central y presbiterio fueron terminadas, pero, debido a sus ocupaciones, no pudiendo atender con el debido esmero a los trabajos de la mayordomía, presentó también su renuncia.

Santiago José Ramírez le sucedió en abril de 1795 y continuó los trabajos de acuerdo con los medios de que podía disponer, hasta el 4 de agosto de 1800 entró el Pbro. doctor José Vicente Unda a desempeñar el cargo de Sacristán Mayor de la iglesia.

El joven levita se interesó sobremanera por la construcción del templo y presto a esta obra todo el apoyo moral de que era capaz, y fue tanto el esfuerzo que desplegó para su terminación, que más tarde el Cabildo de Guanare reconocía que era él a quien debía Guanare la nueva iglesia parroquial.
En 1803 se calculó en 11.638 pesos la suma necesaria para la conclusión de la fábrica y con las licencias del vicario general, don Miguel de Herrera y del Capitán General Manuel Guevara Vasconcelos, esta suma fue repartida por cuotas entre los habitantes de Guanare y su jurisdicción.

Los guanareños nombraron al doctor José Vicente Unda y a don Pedro José Bescansa encargados del reparto y cobro de cuotas. La recolección, dirigida por el inteligente y joven levita, produjo la cantidad de 4.462 pesos, en la ciudad de Guanare, y 744 pesos en los campos vecinos; esta suma fue puesta en manos del Alcalde, Juan de Egaña, como depositario de los fondos para la iglesia, por nombramiento del Consejo Municipal.

En 1808 el presbítero Unda presentó sus cuentas al Ayuntamiento de Guanare, que las aprobó, y elogió mucho la honradez y desinterés del benemérito sacerdote.

Los trabajos de reconstrucción de esta iglesia estarían ya terminados para el 3 de noviembre de 1807, puesto que en esta fecha el Deán, Santiago de Zuloaga, Provisor y Vicario General del Arzobispado, sede vacante, dictaba la orden siguiente:
“La iglesia parroquial de la ciudad de Guanare, a causa de haberse arruinado, se ha construido de nuevo…, y hallándose ya concluido el edificio, según se nos ha informado, se nos suplica demos las providencias correspondientes para su bendición; por lo tanto, por las presentes damos la facultad necesaria al Vicario foráneo, Juez Eclesiástico de aquel partido, para que proceda con peritos al reconocimiento del mismo nuevo edificio, y hallando estar construido con la competente seguridad, decencia y demás circunstancias congruentes, haga su solemne bendición…, y demos licencia para que desde luego se pueda hacer la fiesta de la Dedicación y de la colocación del Santísimo Sacramento, imágenes, altares, etc.”

Sin embargo, debido probablemente a las vicisitudes políticas de los tiempos, la bendición no se efectuó sino siete años más tarde, como consta en la siguiente constancia:

“En la ciudad de Guanare a 26 de diciembre de 1814, yo, el infrascrito Vicario foráneo del partido, a virtud de la comisión recibida del señor Vicario Capitular, sede vacante, procedía a la solemne bendición de esta nueva iglesia, que se había reedificado por haberse arruinado la antigua, habiendo antes precedido el reconocimiento de los peritos sobre la seguridad, decencia y buena estructura del nuevo edificio, cuya bendición y colocación de altares e imágenes se hizo conforme a las rúbricas…, con la mayor solemnidad, con su octavario de misas cantadas, con sus correspondientes sermones, que costearon varios vecinos de esta ciudad, haciendo la ceremonia de padrino que se acostumbra en estos actos el señor Comandante Político y Militar de esta Plaza, don José Francisco Álvarez. Y en cumplimiento…, y firmo fecha ut supra.

Dr. José Vicente Unda.”

Durante los largos años de la reconstrucción de la iglesia los oficios religiosos se celebraban en la capilla del Hospital, que era de regular tamaño, o bien en la de San Diego, de los Padres Franciscanos.

Al Presbítero José Vicente Unda cupo la gloria de terminar el trabajo de la construcción de la iglesia, y cual nuevo Salomón, hizo su dedicatoria al Dios de los altares y a su Madre Inmaculada, en medio de solemnes fiestas y con el concurso general de los fieles.

Desde entonces en este templo el incienso del altar y el suave perfume de la plegaria no han cesado de ser presentados al trono del Altísimo por la benévola mediación de Nuestra Señora de Coromoto.

Trabajos de Ovidio Abreu y del Pbro. Ramón María Oráa

La parroquial del Pbro. José Vicente Unda es la misma iglesia de hoy, salvo algunas mejoras que en el curso de los años la necesidad impuso ejecutar, siendo las principales la reorganización del frontispicio realizada por gestiones de don Ovidio Abreu.

Debido a su profunda amistad con Guzmán Blanco, obtuvo que este erogara la cantidad de 16.000 pesos para invertirlos en los trabajos de la iglesia (2),

El ingeniero Sebastián Casaña se hizo cargo del trabajo de refacción del frontispicio; su actuación no dio todo el fruto apetecido. El último cuerpo que construyo en el frontispicio llegaba casi a la altura de la torre y representaba en la parte superior un cáliz y una hostia; pero se derrumbó a los pocos años, y el ingeniero guanareño Melitón Vargas rehízo el mismo cuerpo como está hoy, salvo la cruz y el rosetón, que colocó posteriormente, en 1934, el Pbro. Epifanio García, C.M. Mención especial merece también aquí el Pbro. Ramón María Oráa, pues con noble empeño y tesonero afán, advirtiendo que el frontispicio carecía de bases eficientes y que amenazaba ruina, hizo cavar por partes y fijar unos cimientos de cal y piedras que llegan hasta la roca a 7 metros de profundidad.

El Rdo. Padre Félix Quintana pavimentó el Santuario con el mosaico que ahora tiene y posteriormente el Rdo. Padre Félix García, dotó la iglesia de bancos, construyó el nuevo presbiterio y rehízo totalmente los techos, colocando debajo de las tejas planchas especiales para asegurar su perfecto aseo.

La Santa Sede, a solicitud del excelentísimo señor Rafael Arias Blanco, entonces encargado temporalmente del Obispado de Barquisimeto y gestiones del excelentísimo señor Pedro Pablo Tenreiro, Obispo titular de Ortossia, por Breve del 24 de mayo de 1949, levantaba el Santuario de Nuestra Señora de Coromoto a la alta categoría de Basílica.

Con motivo de haber sido levantada a la categoría de Basílica el Santuario de Nuestra Señora de Coromoto, y de cumplirse en 1952 el Tricentenario de la portentosa aparición de Nuestra Señora de Coromoto, Patrona de Venezuela, el excelentísimo señor doctor Críspulo Benítez Fontúrvel, hoy Arzobispo de Barquisimeto, dispuso el embellecimiento y adorno de la Basílica Nacional de Guanare, con el fin de que para el próximo Centenario de la Aparición, que coincidiría con la Canónica Coronación de la Milagrosa Imagen, el edificio de esta Basílica estuviese a la altura de la alta categoría a la cual había sido destinada. A este fin, se esperaba la cooperación de todos los venezolanos.

He aquí el texto del título de Basílica otorgado al Santuario de Nuestra Señora de Coromoto de Guanare:

BREVE APOSTOLICO QUE OTORGA EL TITULO DE BASÍLICA A MENOR AL SANTUARIO DE NUESTRA SEÑORA DE COROMOTO, DE GUANARE

PIO PAPA XII
PARA PERPETUA MEMORIA

En medio de las máximas calamidades que nos afligen en este tan grave momento para la Iglesia, en que hombres llenos de impiedad, con diabólica audacia y locura digna de lágrimas, se atreven a declarar la guerra contra el Señor y su Cristo, nos llena de suavísimo y peculiar consuelo el contemplar cómo todos los fieles del orbe católico honran con fervidísima devoción y obsequian con filial amor a la Santísima Madre de Dios, auxilio de los cristianos y solaz de los que sufren.

Entre esos fieles, complácenos recordar ahora a los Venerables Obispos, dilectos hijos Sacerdotes, la gente principal y todo el pueblo de la Nación Venezolana, cuya piedad hacia la Bienaventurada Virgen María bajo la popular advocación de Coromoto, ha crecido de tal suerte que en estos últimos años su Santuario y templo parroquial, situado en la región de Guanare, perteneciente a la antigua tribu de los COSPES (debe decir Coromotos), es meta de peregrinaciones cada vez más numerosas, y los Obispos de toda la República de Venezuela, reunidos en Conferencia quinquenal, tuvieron a bien declarar y elegir el día primero del mes de María de 1942, a la misma veneradísima Madre de Dios, Patrona principal de todo el país. Elección que Nos, por Letras Apostólicas semejantes, dadas el 7 de octubre de 1944, con grande alegría de Nuestro ánimo, aprobamos y confirmamos. Sin embargo, no quedó contenta la devoción de los venezolanos a la Virgen María, a tal punto que ahora el Venerable Hermano Rafael Arias Blanco, Obispo de San Cristóbal, en Venezuela, y Administrador Apostólico de la Diócesis de Barquisimeto, presente en la Curia Romana, al exponer los antiguos y muy fervientes anhelos tanto de los demás Obispos como del Clero y el pueblo de toda la Republica nos ha pedido instantemente que Nos dignásemos elevar a la dignidad de Basílica Menor el templo parroquial de Guanare, en donde, famosa por los milagros, se ha mostrado siempre la Imagen Santísima de la Virgen de Coromoto a la piedad de los fieles. Hemos determinado muy gustosamente acceder a dichas peticiones, al referírsenos como muchos fieles, llenos de piedad y amor filial, impulsados por la fe, acuden en peregrinación asidua a impetrar la poderosísima protección de la Madre de Dios, venidos de todas las regiones del país s dicho templo o Santuario, digno de admiración por su arquitectura y amplitud, así como por sus obras de arte, su decoro y magnificencia. 
A fin, pues, de esta advocación mariana del amado pueblo venezolano alcance nuevo y mayor acrecimiento, de nuestra libre voluntad, tras la madura deliberación y con perfecto conocimiento, en uso de la plenitud de Nuestra Apostólica Potestad, a tenor de las presentes letras y a perpetuidad, distinguimos con el título de BASÍLICA MENOR la iglesia parroquial o Santuario de Guanare, situado en la jurisdicción de la Diócesis de Barquisimeto, en el que se venera la Imagen de la Santísima Virgen de Coromoto, Patrona de la República de Venezuela, con todos los derechos y privilegios que a tal título competen. Sin que obste nada en contra. Hemos determinado y decretamos que las presentes Letras sean y permanezcan firmes, válidas y eficaces y obtengan plenos e íntegros efectos, con obligación de someterse a ellas todos a quienes se refieren o puedan referirse al presente y para siempre; que como tales sean tenidas y definidas y que sea írrito y sin valor cuanto pudiere intentarse contra ellas, a sabiendas o ignorantemente, por cualquier autoridad.

Dado en Roma, en San Pedro, bajo el anillo del Pescador, el día 24 de mayo de 1949, año undécimo de Nuestro Pontificado.
Por especial mandato de Su Santidad.

Por el señor Cardenal encargado de Negocios Públicos de la Iglesia.
L.S. (firmado).
GILDO BRUGNOLA.

Regente de la Oficina de los Diplomas Pontificios Breves Apostólicos N. 146.  1949.

(1)   Se nombró una Comisión de peritos, quienes después de serio examen del edificio, optaron que se debía desocupar inmediatamente la Iglesia y destecharla con cuidado, porque la madera del techo estaba podrida.

(2)  Antiguamente, la iglesia de Guanare era una de las mejor organizadas del occidente de Venezuela; grandes dones le habían sido ofrecidos en el transcurso de los años; poseía en capitales dados a censo, más de 160.000 bolívares con terrenos piadosos que la piedad de los fieles había cedido al santuario de la Virgen de sus amores. La guerra de los Cinco Años arruino a la ciudad de Guanare y durante este tiempo se perdieron muchos de los bienes de la iglesia; pero en el de Guzmán: “Se coligaron tres malos ciudadanos, los cuales valiéndose de falsedades y apoyados en la situación política que les favorecía, lograron desposeer a la iglesia de sus terrenos para repartírselos” (de un escrito del Pbro. Ángel María Gómez, cura de Guanare, 1883). Pobre quedo la iglesia de la Virgen de Coromoto y para sus necesidades solo conto con el amor y las buenas intenciones de sus fieles hijos de Guanare, que por cierto nunca le han fallado. En 1878 se organizó la Sociedad de las Hijas de María para sostener el culto de la Santísima Virgen y sufragar los gastos. Poco tiempo después de esta fecha, fallecía en Paris un rico Guanareño, en señor Ángel María Gainze, que legaba a la iglesia de la Virgen de Coromoto, a quien encomendaba la salvación de su alma, la suma de 20.000 bolívares, que con las rebajas legales quedo reducida a 16.000. Con esta cantidad se hicieron las mejoras en el edificio, se adquirieron ornamentos, candelabros, lámparas, cuadros y un hermoso órgano.


OBRAS ARTISITICAS DE PLATA DEL SANTUARIO DE NUESTRA SEÑORA DE COROMOTO


SAGRARIO DE PLATA


Durante unos doscientos años, la milagrosa Imagen de Nuestra Señora de Coromoto se guardaba, con respetuosa reverencia, en un relicario que colocaban en el rico sagrario, cuya descripción es la siguiente:

Este valioso sagrario de plata se alza sobre lo que era parte de la mesa del altar mayor. Está formado por un armazón de madera, recubierta totalmente con gruesas planchas de plata, labradas y esculpidas con finura; tiene 3 metros 4 centímetros de alto y está dividido en 4 partes. En la primera o inferior, de 0,64 centímetros, estaba el sagrario, “Santo de los Santos” de la Nueva Alianza, Arca Santa, que servía de morada al Dios vivo e infinito, que por amor al hombre se ha hecho pan de vida y alimento del alma, bajo las especies eucarísticas.

Sobre este sagrario está el otro, donde guardaba la preciosa custodia del Santísimo Sacramento. Tiene 1,27 metros de alto y dos puertas redondas, que al abrirse o cerrarse describen un circulo completo. Más arriba hay un tercer sagrario, de 1,05 metros, donde se colocaba la custodia o relicario que sostenía en su sol la milagrosa Imagen de Nuestra Señora de Coromoto.

Las dos puertas se cierran y abren del mismo modo que las del sagrario anterior. Una doble y estrecha escalera de mampostería y madera permitía subir hasta la puerta que está detrás del sagrario de la Santísima Virgen, y por la cual se bajaba la Imagen para las ceremonias y días acostumbrados. Seis candelabros colocados delante del sagrario de la Virgen Santísima se encendían siempre que se abría, pues nunca se descubría la Imagen de la Virgen de Coromoto si no estaban, por lo menos, encendidas las seis velas de los candeleros.

A ambos lados de los dos últimos sagrarios, 4 esbeltas columnas de plata forman un elegante y hermoso adorno.
Como remate y fin de este precioso altar se eleva un copete de 0,64 metros de alto, donde dos ángeles grabados señalan un rótulo ovalado en el cual se lee, en términos abreviados, la siguiente inscripción:
… “En el mes de julio del año 1756 se acabó este sagrario de Nuestra Señora de Coromoto que a devoción del señor Domingo Ortuño de Tovar (1) lo hizo Vicente Núñez.”

Custodia de Nuestra Señora de Coromoto. Su descripción

Nuestros padres buscaron entre los bienes que poseían lo mejor, lo más rico, lo más precioso para honrar a la que tiene por escabel la plateada luna y por corona de su purísima frente las refulgentes estrellas del firmamento.

Forman los pies donde descansa este rico trono de 70 centímetros de alto, cuatro estatuitas que sostienen el pedestal cónico en el cual se eleva un ángel de 22 centímetros de alto, con la mirada hacia un lado, las manos alargadas y las alas desplegadas; sobre su cabeza descansa otra figura de carácter y forma indígena, que sostiene un sol de 24 centímetros de diámetro con 14 rayos, cargado cada uno con tres piedras finas. Termina la custodia una cruz de 3 centímetros de alto, y como complemento y remate de todo, una corona de filigrana, de 23 centímetros de largo por 19 de ancho, domina toda esta joya antigua.

Esta corona está salpicada con 102 perlas de tamaño mediano y 14 manojitos de 16, 17 ó 18 perlas pequeñitas cada uno. En el centro del sol está un vidrio de 8 centímetros de diámetro, rodeado por una aureola de ricas y lucientes perlas; detrás del vidrio aparece un óvalo de oro purísimo de 41 mm. de alto y 13 mm. de ancho, por medio de un alfiler del mismo metal, que le esta adherido, se sostiene en el centro de la concavidad protegida por el vidrio; una puertecita situada detrás de fácil acceso a este precioso viril, dentro del cual está colocada la Imagen de Nuestra Señora de Coromoto, la misma que la Virgen Santa dejó en manos del Cacique el 8 de septiembre de 1652.Tal es en síntesis el trono que nuestros antepasados labraron a la Virgen de sus amores; pidieron al mar lo más valioso que encierra en sus abismos, y allí están las 340 perlas que brillan en su corona; pidieron a la tierra los ricos metales que guarda en sus entrañas, y allí esplenden el oro del relicario y corona, y la plata con la cual esta labrada toda la custodia; le pidieron las piedras finas que atesora en sus minas y montañas, y allí lucen los purpurados rubíes, las verdes esmeraldas y las violetas amatistas, que en número de 105 están esparcidos por toda la rica custodia, alcázar de la humilde efigie de Aquella que es la Casa de Oro, “Domus Aurea”, donde moran y se deleitan las Tres Personas Divinas del Dios infinito.

María, la “Torre del David” del Nuevo Testamento, ostenta en su custodia de Guanare los trofeos de algunas de sus victorias sobre los enemigos de nuestra raza dolorida. Multitud de exvotos (2), unos de oro, los más de plata, colgaban antes sin orden y arreglo de todas partes de la custodia recordando cada uno un milagro o un favor especial alcanzando de Nuestra Señora de Coromoto y son ofrendas que la gratitud de los fieles ofrecen a la bondadosa María.
Hoy día se exhiben en un amplio marco de madera, recubierto con vidrio.

Historia de la Custodia y de otras prendas Artísticas que las ejecutaron

La rica custodia de la Santísima Virgen de Coromoto constituye una obra de genuino arte colonial venezolano; fue ejecutada en la misma ciudad de Guanare por iniciativa del Pbro. Francisco Valenzuela.

Queriendo este sacerdote proveer a la Iglesia de varios objetos de plata, contrató, alrededor del año 1738, a un platero de reconocida competencia y de gran fama en la provincia, era el orfebre Nicolás Félix López, el cual fijo su residencia en Guanare, y para el uso de la iglesia hizo diversas prendas de valor, utilizando en ellas unos 14 kilos de plata; éstas fueron: lámpara, cruz ciriales, vinajeras y una fuente grande. Se le pagaban 4 reales por onza de plata trabajada, además se le daban todos los gastos de manutención. Varios de estos objetos, a pesar de las guerras y del abandono de los años, han perdurado hasta nuestros días.

Habiendo enfermado su mujer, Nicolás Félix López la llevó para el Tocuyo, donde el mismo pasó una temporada. A su regreso a Guanare se estableció en un cuarto de la casa del Padre, ayudado con dos oficiales, se dedicó por espacio de 8 meses consecutivos al trabajo de la custodia de Nuestra Señora de Coromoto. Se le adjudicaron 228 pesos por su hechura, sin contar la manutención y pago de oficiales ayudantes.

El oro empleado para el sol de la custodia importó 372 pesos y 52 pesos fue el valor de 22 de las esmeraldas que contiene. Posteriormente se enriqueció con la semicorona de filigrana y con su adorno de perlas.

Para ser completos, debemos mencionar también a Luis José Arráez, quien hizo la Cruz alta y crucifijo de plata de la iglesia; ambas obras revelan la habilidad del artífice.

Nota final.__ La custodia del Padre Francisco Valenzuela, tan familiar a todos los guanareños y a los peregrinos de Venezuela, últimamente ha  sido sustituida por un nuevo relicario, ejecutado en España por un insigne sacerdote orfebre, en los Talleres de Arte Granda, por encargo del Rdo. Padre Félix García. Su costo de diez mil bolívares fue sufragado por las dadivas que los fieles ofrecen a Nuestra Señora de Coromoto.

Relicario adquirido por los Rdos. Padres Paúles.

El relicario que actualmente guarda la Sagrada reliquia de Nuestra Señora de Coromoto es una artística obra de plata dorada de hermoso simbolismo encargado por el Edo. Padre Félix García a la orfebrería Granda de Madrid.

En el centro se ha querido representar la choza indígena, en la cual está colocada la Imagencita de Nuestra Señora de Coromoto. Se halla situada debajo de una representación del arco triunfal de Carabobo con dos ángeles a los lados.

El pie, con ramas múltiples, parece recordar la arboleda de la selva que poblaban los indios; y en su base, los escudos de todos los Estados, simbolizan la Patria rindiendo homenaje a su celestial Patrona.

Desde 1948 este relicario ha reemplazado al bisecular del Padre Valenzuela. Ahora esta antigua y valiosa reliquia Coromotana se encuentra en el Museo del Obispado. Allí, los peregrinos pueden ver esta obra de arte de nuestro glorioso pasado colonial.

Relicario y Corona de Nuestra Señora de Coromoto de la
Canónica Coronación del 11 de septiembre de 1952


Para la Canónica Coronación de Nuestra Señora de Coromoto, concedida por la Santa Sede, el excelentísimo señor doctor Pedro Pablo Tenreiro promovió la ejecución de un riquísimo relicario de oro con su correspondiente Corona.

Una junta de Damas, presidida por doña Adriana de Valery, se hizo cargo de la recolección de fondos y alhajas requeridas para el adorno de su escultura.

Monseñor Tenreiro confió la obra a un aventajado artista mexicano. En un lapso de año y medio fue manufacturado el Relicario y Corona por el joven orfebre don Francisco López, en sus talleres que tiene montados en la ciudad de Puebla, casa número 2.505 de la calle 5ta. Sur.

El artífice López lo es de abolengo por la línea paterna, desde su bisabuela don Miguel Ignacio López. Desde muy temprana edad ha dedicado sus energías al exquisito arte que aprendió de sus mayores, y en el que ha logrado destacadas realizaciones, especialmente en orfebrería religiosa, que exornan varias catedrales de la Republica de México y numerosísimos templos, siendo el autor del cetro de oro y pedrería ofrendado por la Acción Católica Mexicana a Nuestra Señora de Guadalupe en el 5to. aniversario de su coronación.

El Relicario y Corona de la Virgen Patrona de Venezuela son todo de oro, habiéndose invertido muy cerca de 23 kilogramos de oro de 18 quilates.

Mide el Relicario 92 centímetros y medio de altura, y está enjoyado con 358 perlas muy finas, 231 brillantes, muchos de gran tamaño, 11 zafiros, 6 esmeraldas, 14 salomones, 31 topacios y 9 rubíes, donativos de los católicos venezolanos.

Ambas piezas son el conjunto de un símbolo, según idea de un dibujante, captada y mejorada por el artífice ejecutor, pues representa a Venezuela precolombina e idólatra, transformada en la actual progresista y católica Republica Venezolana, sosteniendo en alto como emporio de luz, de unidad espiritual y de perenne vinculación de amor, el magnífico solio de la Azucena de Nazaret, a quien proclama Madre y Reina, Dueña y Señora de sus destinos, poniendo sobre sus angustias sienes la Corona de todas las excelsitudes y de todos los triunfos espirituales, bajo las fulgencias del Eterno en Trinidad Augusta.

Ese símbolo se desenvuelve así:

Sobre una base circular, apoyada sobre cuatro cabezas de jaguares andinos, se alzan los peñascales de un monte, un tajo de las serranías de Guanare. Sobre el montecillo se yerguen tres estatuas de indios Coromotos con su indumentaria y armas precolombinas, quienes, con sus fornidos brazos levantados, sostienen el sol o pieza principal del relicario.

En sus nervudas manos descansa un mapa de Venezuela, con perfiles de su orografía e hidrografía, marcando los estados confederados. Caracas, la capital de la Nación, y Guanare, pintoresca y risueña, donde se alza el Santuario de la Virgen Coromotana están marcados con dos bellísimas esmeraldas. El sol de su conjunto afecta la forma de una elipse y está formado con rayos simétricamente divergentes con hojas estilizadas de “moriche” planta nativa de nuestros llanos.

Gráciles nubecillas cubren el centro del paramento superior rodeando el nicho, que es un anillo oval, ornamentado con finísimas guirnaldas de hojas y flores y circuito de refulgentes brillantes, nicho en el cual se coloca la Virgencita de Coromoto.

A uno y otro lado del nicho, sobre dos “nimbus”, se levantan sendas estatuas de dos airosos ángeles, que con los brazos en alto sostienen la Corona de perlas margaritas, que fue colocada en la cabeza de la Patrona de Venezuela.

En la cúspide del Relicario aparece el Padre Eterno sosteniendo como víctima inmolada a su Hijo Crucificado, y completa la triología la paloma del Espíritu Santo, de cuyo pico pende magnifica perla gótica.

En la base esplende el Escudo Nacional de Venezuela, con las banderas pontificia y nacional, cuyos colores son una constelación de rubíes, brillantes, topacios y zafiros.
En el respaldo de la pieza, que también ostenta pedrería y perlas en gran cantidad, el Ángel Guardia de la Patria Venezolana sostiene en alto una banderola con la leyenda que dice:


“VENEZUELA AGRADECIDA Y SUPLICANTE A SU AMADISIMA PATRONA. 1952”


Complemento adecuado al Relicario son una mesa circular de bronce cincelado, de cuatro soportales, con bajorrelieves y adornos de sobria elegancia, sobre la cual se colocará; y una urna, con cristales y adornos de plata dorada que lo cubrirá totalmente, permitiendo verlo claramente para protegerlo de manos indiscretas o curiosas.

Este relicario, fabricado con las ofrendas del pueblo venezolano, llegó a Maiquetía el 3 de diciembre de 1949, a bordo de un avión militar de las Fuerzas Venezolanas, cedido a este fin por el Ejecutivo Nacional y acompañado por una comisión formada por el excelentísimo señor Tenreiro, el artista que lo ejecutó, el Padre Francisco Hernández, capellán del Ejercito y varios oficiales.

El relicario estuvo expuesto en el Colegio Chaves durante corto tiempo y luego en una joyería central. Delante de él desfilaron miles de personas para contemplar aquella maravilla artística.
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(1)   Era este señor Tovar un rico caraqueño que profesaba gran devoción a Nuestra Señora de Coromoto y varias veces fue en peregrinación a Guanare.
(2)  Contamos muchos de estos exvotos, que el pueblo llama de ordinario “milagros”. Habría centenares, si en distintas épocas no se hubiesen aprovechado para hacer mejoras en el templo o compras para su decoro; ahora es costumbre no dejar los exvotos colgar de la custodia, suelen guardarse en un sitio especial.



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